Menos mal que hay métodos de escape. O, más bien, menos mal que sé que hay métodos de escape.
Me refiero a salidas simples, o quizás complicadas, pero todas cobardes. Y sí, menos mal, lo dije bien. Si de todas formas querés “salir”, “escapar”, al final no importa el medio, sólo el fin. Creo que es uno de los puntos en los que podría citar a Maquiavelo y concordar… Como sea, agradezco el haber leído o escuchado de alguien más lo de estas vías rápidas de resolución de problemas. Diversos. No siempre iguales, no siempre del mismo calibre.
Ahora tengo un problema, no va al caso cuál, igualmente es bastante obvio. Quizás lo sea para mí, porque soy yo. Yo y nadie más. Yo y sólo yo.
Se siente bien decirlo pero se siente mal, justamente, sentirlo. Yo misma no soy yo misma sin esa presencia a la que estaba tan acostumbrada. Por ahí no fui yo misma en este tiempo, o de eso quiero convencerme. Pero la conclusión a la cual llegué es que sólo con esa presencia, ser humano o como quieran llamarle, podía ser completamente yo misma con el mundo exterior. Afuera de la burbuja. No digo que mi burbuja me disguste, todo lo contrario. Pero a veces se necesita aire fresco.
¿Y ahora? Creo que no quiero salir de la burbuja. No sé si está bien o mal, si conviene o no, si a futuro me marcará o si cuando sea vieja incluso me acuerde de la burbuja… Espero que sí. Es, en definitiva, mi medio de escape más sano, donde no le hago daño a nadie y, más importante, no me daño a mí misma, como con otros medios de escape que están aún vigentes.
Por el momento prefiero permanecer donde estoy. Es todo un juego de ajedrez, cada movimiento implica una nueva estrategia, así como no saber qué esperar del oponente, que vendría a ser el resto del mundo. Suena bastante antipático, pero es así. A veces alguien puede ayudarte a jugar, estar de tu lado, pero si vas a depender de la ayuda de otros por el resto de tu vida, el juego no es legítimo. Es una mentira.
Y ahora es cuando se suplanta “juego” por “vida”.
La verdad no siempre es linda.