Se sentó en el borde de la cama y pensó por un largo rato alguna solución, pero todas eran insulsas o efímeras. Alguna que otra buena idea atravesó su mente como un rayo. Demasiado rápido como para atraparla y considerar llevarla a cabo.
¿Y ahora, qué?
Sentarse y romperse la cabeza no parecía una buena salida. Se paró, dio vueltas. Consideró suicidarse, pero sería bastante histriónico de su parte. No lo haría, o por lo menos no por esa persona o por ese problema. Problersona. ¿Persoblema?
Amordazar el sentimiento, torturarlo por un rato, a ver si se rinde.
¿Sería suficiente?
Tomarlo, golpearlo, decirle que abandone el juego. Haría caso omiso, entonces ahora sólo quedaba asesinarlo y luego enterrarlo en alguna parte de su ser. Sería nuestro pequeño secreto.
Sería suficiente.