Hay verdades irrefutables en este mundo. Hechos incuestionables y leyes inalterables. A veces se los repite a sí misma. Son sus propios mandamientos.
Los días suceden a las noches y, al día siguiente, no importa lo que pase, siempre sale el sol, aunque lo tapen las nubes. Dos por dos es cuatro y después del cinco va el seis, y éste precede al siete.
No importa a qué velocidad lances algo, siempre se acaba deteniendo.
Ella está enamorada.
Es así y punto. Como la gravedad y como el hecho de que el cinco siga al cuatro y como saber que no importa qué estés leyendo, dónde y cuándo, siempre te interrumpirán en el momento más interesante.
Son cosas que simplemente no podrían ser de otra manera.
Los días suceden a las noches y, al día siguiente, no importa lo que pase, siempre sale el sol, aunque lo tapen las nubes. Dos por dos es cuatro y después del cinco va el seis, y éste precede al siete.
No importa a qué velocidad lances algo, siempre se acaba deteniendo.
Ella está enamorada.
Es así y punto. Como la gravedad y como el hecho de que el cinco siga al cuatro y como saber que no importa qué estés leyendo, dónde y cuándo, siempre te interrumpirán en el momento más interesante.
Son cosas que simplemente no podrían ser de otra manera.
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