¿Y si todo empezara de nuevo? Si te dijera, 'Hola, me llamo Mar, tengo 17 años y no quiero cumplir los 18. Me gusta el color amarillo y los froot loops', ¿acaso sería extraño?
Tal vez no era el tiempo justo ni ahora tampoco lo sea, pero de alguna forma creo que estamos destinados a recordarnos por siempre. Suena loco, pero de verdad pienso que es así. Como cuando intentás, tratás, te rompés la cabeza para eliminar a alguien de tu interior, haciendo una apología a un disco duro, cuando sabés bien que no va a funcionar. Es algo natural. Bueno, así lo siento. Nunca podría extraerte de mi cerebro, ni con una cirugía por parte de un neurólogo, ni un electroshock cerebral. Me es natural saberlo, convivo con esa idea.
No tenemos integrado un botón de delete, sería genial, ciertamente, pero no se puede. Asumirlo cuesta, pero al final sirve. Bah, no, no sirve, o por lo menos no para el propósito estipulado. Hablo de que su única utilidad al saberlo es quedarte sentado mirando la pared que tenés enfrente y pensando: "Bueno, la puta madre. Estoy condenada a depender de un pensamiento que puede o no materializarse, a corto o largo plazo. O, de lo contrario, a convivir el resto de mi vida con un recuerdo."
La verdad, odio eso de vivir con recuerdos. Ya me cansé, no me gusta acordarme de la gente si ya no va a estar más conmigo. Lo veo algo masoquista. Me pasó de pensar en gente que estaba viva, en sus cosas, pero a años y años luz lejos de mí, y acordarme de ellos como un muerto. Como alguien que se había ido y jamás iba a volver. Con el pasar del tiempo, me di cuenta de que eso en realidad es un mecanismo propio de defensa. De alejar lo que me hace mal, creyéndome y autoconvenciéndome de que el objeto de mi sufrimiento o dolor temporal ya no existe y tengo que dejarlo atrás. A veces funciona, no lo niego, pero si ese objeto llega a aparecer de nuevo frente a mí, explota todo. Para que se entienda, supongamos que estás en tu casa mirando televisión, y de repente se te aparece un familiar que falleció hace años, te saluda y te pregunta cómo estás. Sería perturbador, bizarro e inentendible. Confuso. Así me sentí en varias ocasiones.
En este caso, sería algo así como rememorar algo que nunca pasó, recordar momentos que no sucedieron, todo producto de mi imaginación, y yo sola quise hacerme creer que pasaron de verdad. Como para aminorar el dolor. No sé, a veces no me comprendo del todo, soy muy complicada hasta conmigo misma. Esas típicas charlas con nosotros mismos en mí se transforman en discusiones. Discuto conmigo misma, como si tuviera un lado razonable y otro sentimental. Años y años ganó la razón, ahora la Mar marica y sentimental quiere ganar. Digo yo, razón, la puta que te parió, no dejes que te venza. Sí, apoyo fuertemente el partido racional. Creo que los sentimientos se van al descenso el torneo que viene.