La vida es la constante sorpresa de saber que existo.

10.9.11

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Y, habiendo logrado despegar los pies del suelo, caminó en el aire como si nada. Como si en verdad estuviera destinada a ello, a caminar en el cielo y no en la tierra, cuando todos saben que eso es imposible, nadie sabe caminar en el aire. Pero se sentía bien estar lejos, se sentía bien no saber. Lo que no sabés no puede hacerte daño.
Entendió de alguna manera que ese era un lugar privilegiado, no veía a nadie flotar en el aire. Sólo ella lo hacía, se había convertido en un objeto extraño. Ahora no importaba qué clase de humano era, porque ya no pertenecía a ese pseudomundo.
Miró para abajo y vio edificios. Más lejos, un campo. Y arriba estaba el sol. Se sentía cada vez más cerca de él, estiraba las manos pero jamás iba a llegar a tocarlo. Supuso que el Universo estaba más lejos, y costaría llegar. Y ahora tenía una nueva meta.
Pero si el tiempo era así de efímero, si todo se terminaba en un abrir y cerrar de ojos, ¿cómo iba a cumplirla? ¿Y si se le terminaba el tiempo? ¿Y si cerraba los ojos y caía? Aún así, costaba no pestañear.
La invadió el común miedo de la caída, del fin. Todo concluye, dicen, ¿habrá alguna excepción? ¿Todo, en verdad? ¿Acaso no puede el amor vivir por siempre? ¿Acaso se olvidará de ella una vez que desaparezca y se mezcle con la tierra y las piedras, con la humedad del suelo...? Quizás podía aún encontrar la forma de llevarlo con ella a volar. ¿Y si él no podía? ¿Si no creía en ella, podría también volar...? Cerró los ojos y se dio cuenta de que así no podía pestañear.
Ahora no podía ver nada más que negro.
Escuchó un avión a lo lejos, recordó que antes le daba miedo volar, siempre por temor a caer. ¿Por qué no se había arriesgado? ¿Por qué siempre tenía que sentir miedo? ¿Por qué siempre elegía lidiar con todo sola? Y comprendió que no siempre sirve llevarse el mundo por delante, como si nada.
Abrió los ojos, estaba a unos pasos del sol, pero no le quemaba. Estiró la mano.
Todo era dorado en el cielo.
Pero había algo que estaba mal. No podía estar todo bien, todo perfecto. Simplemente algo fallaba, faltaba que algo saliera mal. Como si segundos antes de tocar el sol, ella debiera despertar de un sueño y darse cuenta de que todo era mentira. Al fin y al cabo, a veces vivimos colgando de un hilo, de una mentira que nos mantiene felices. Si la mentira tiene patas cortas, pensó, la verdad las debe tener largas. Como para patearte el culo de vez en cuando.
Pestañeó. Dejó de estirar la mano.
¿Tendría sentido que, habiendo finalmente encontrado el sol, quiera volver a la lluvia?
Quería volver a la lluvia y oxidarse lentamente.



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Me llamo Mar, tengo 17 años. Me gustan los arco iris y la lluvia. Me gusta bailar, me gusta cantar. Me gusta dar abrazos. Me gusta vivir y no sólo existir. Y también me gusta decir lo que pienso. Welcome home. I've been waiting for you.